Diversas piezas desarrolladas y expuestas para hacer reflexionar en nuestra relación enferma con el auto como interlocutor en nuestra relación con la ciudad.
Creada y habitada por el hombre, la urbe tiene una relación de total co-dependencia con su creador y el creador con su creación.
Ambos, hombre y ciudad, se viven, se aman, se odian: se auto transforman minuto a minuto durante toda su existencia.
Las huellas que dejan el uno sobre el otro no son más que cicatrices de una lucha cotidiana que difícilmente tendrá fin.
Virtuosa y a la vez perversa, la urbe nos marca interna y externamente. Viviendo en ella, nuestras vidas respiran al ritmo de su pulso interno, de su humor y su temperamento, para finalmente, ser un reflejo de ella.