Plaza Luis Cabrera.
Una marabunta de autos pretenden circular por el DF. Los autos invaden el espacio urbano, hasta ocuparlo todo: calles, banquetas, cocheras, hasta el espacio que nos rodea, lo llenan con ruido en decibles más allá de lo permitido, motores, claxons, sirenas, alarmas, nos acompañan diariamente día y noche, regalándonos estrés, insomnio, taquicardia, agresividad, desesperación para transeúntes y conductores.
La saturación de calles y el tiempo que destinamos al traslado en auto de un lugar a otro elimina toda posibilidad de tener tiempo libre, tiempo que consumimos mientras permanecemos sentados frente a un volante, resignados e incluso hasta pagamos por ello: seguro, tenencia, tarjeta con chip, mantenimiento, verificación, parquímetros, etc. La superficie de la ciudad ha dejado de ser un espacio para desplazarse libremente. Las calles ya nos son transitables, las banquetas ya nos son exclusivos para peatones, son espacios para motonetas y autos… los autos invaden parques, jardines, fuentes, cualquier espacio que esté a su alcance. No nos damos cuenta que esto nos está llevando al fin del mundo vivible.
Aquello que para unos es un símbolo de status y triunfo económico, ahora se ha convertido en un signo de destrucción.
He aquí sus primeros rastros.
Yolanda cabrera, 2012.
